Conoció a Quinquela Martín cuando el pintor boquense hacía su obra en un astillero junto Facio Hebequer, grabador. Interesado en su quehacer, consiguió junto a su secretario Eduardo Taladrid un crédito para que Quinquela pudiera comprar los elementos necesarios para preparar su primera muestra individual. Se dedicó al paisaje urbano, perfilando la ciudad de Buenos Aires a través de la técnica del puntillismo. Así, en 1914 pintó la Usina, en 1916 Riachuelo y en 1925 Paseo Colón.