El Café Tortoni fue fundado en la Ciudad de Buenos Aires por el francés Jean Touan, en homenaje al famoso café homónimo de París, en 1858, en la esquina de Rivadavia y Esmeralda. En 1879 Touan vendió el negocio a sus familiares, el matrimonio vasco-francés Célestin Curutchet y su esposa Ana Artcanthurry. Hacia mediados de 1880 fue mudado a unos metros el local sobre la misma Rivadavia. Cuando en julio de 1894 se inauguró la Avenida de Mayo, el café terminaría por delinear su perfil definitivo, ya que sus propietarios tres meses más tarde deciden cambiar el ingreso principal del local a la nueva arteria, tarea a cargo del destacado arquitecto español Alejandro Christophersen. En 1926 fue comprado por la firma Rey Hermanos y Pego, quienes en 1943 dejan de manejar el Café, coincidiendo con el año que cesa su actividad La Peña. Esta agrupación fue fundada el lunes 24 de mayo de 1926, oficialmente como la Agrupación de Gente de Arte y Letras La Peña, en el sótano del Café Tortoni.
La parte más relevante de su Acta de Declaración expresa lo siguiente:
“Para ser socio de la agrupación se requerirá -previo acuerdo de la Junta Directiva- contraer el compromiso de abonar, durante un período mínimo de dos años, una cotización trimestral de cinco pesos m/n. Las normas de incorporación y cesación para los socios estarán estipuladas en su Programa de acción, y serán las de práctica en instituciones análogas, jurídicamente constituidas. Serán Socios Fundadores de La Peña los que hayan contraído el correspondiente compromiso de adhesión antes del 25 de mayo de 1926, y Socios Benefactores los que contribuyan con donaciones o subsidios al desarrollo de la Sociedad.¨ La Junta Directiva fue conformada por Jorge Bunge, Germán de Elizalde, Benito Quinquela Martín, Arturo Romay, Edmundo J. Rosas, Alejandro Savelieff, Gastón O. Talamón.
El pianista Ricardo Viñes era uno de los más asiduos contertulios. Asistentes más o menos frecuentes eran también Francisco Isernia, Tomás Allende Iragorri, Antonio González Castro, Pedro Herreros, Pascual de Rogatis, Alfredo Schiuma, Juan José de Soiza Reilly, Héctor Pedro Blomberg, José María Samperio, Celestino Fernández, Manuel López Palmero, Atilio García Mellid, Germán de Elizalde, Luis Perlotti, Alejandro S. Tomatis, Juan de Dios Filiberto, Carlos de Jovellanos y Passeyro, Daniel Marcos Agrelo, Rafael de Diego, Miguel A. Camino, Pedro V. Blake, Enrique Loudet, Celestino Piaggio, Manuel López de Mingorance, Gregorio Passianoff y otros, a los que se agregaban los invitados o visitantes.
Juan de Dios Filiberto recuerda en el libro de Lesly Dinah: “Durante casi dos años buscamos un lugar para reunirnos que fuera solamente nuestro. Después de haber pasado del café La Cosechera al Madrid (N. del A.: Av. de Mayo 701), Germán de Elizalde consiguió que nos alquilaran el subsuelo del Café Tortoni. Este año regresó Quinquela de Europa y junto con Miguel Camino, Gastón Talamón, Francisco Balbi, Celestino Piaggio, el músico Vicente Forte, Pascual de Rogatis, yo y otros, inauguramos nuestra Peña”.
Otros fundadores de la agrupación fueron Fortunato Lacámera, Francisco Isernia, Roberto Capurro, Miguel C. Victorica, Tuñín de la Boca, Vicente Vento, José Imazio, Carlos A. Tarelli, Antonio González, Augusto González Castro, J. Molinari, Tomás Allende Yragorri, Rafael González y el Ingeniero Longino Vitale. Cinco días más tarde de la fundación, el sábado 29, a las 22 horas, organizada por una comisión de festejos, se inauguran “Los sábados de La Peña” con una fiesta superior a la realizada el lunes 24 cuando se crea la agrupación. Ofrece, entre otros, una charla el prestigioso escritor español Federico García Sanchiz, “charlista” (como él mismo gustaba denominarse) que acababa de llegar a nuestro país, titulada “Charla Lírica”. Completan el programa Juan de Dios Filiberto y la cantante Patrocinio Díaz. Se sirve una tasa de café gratuitamente a la concurrencia.
El escritor Enrique Abal, secretario de la gaceta que se editaba en La Peña, recuerda las actividades que allí se efectúan: “Se dividían en dos fases: una era la de los contertulios, la de los verdaderos peñistas, que se reunían de domingo a viernes y otra la de los sábados a la noche en que se desarrollaban las veladas músico-literarias. Abría sus puertas a las cinco de la tarde y se cerraban a las doce de la noche” (…)
“Los 24 de mayo conmemorando el aniversario de su fundación y la fiesta patria, tenía lugar una comida de camaradería que se hacía en el salón y a la que concurrían prestigiosas personalidades de la vida artística del país” (…)
En su sede del sótano del Tortoni desfilaron famosas personalidades de la época y se efectuaron gran cantidad de exposiciones individuales: como las de los pintores españoles José Gutiérrez Solana, Daniel Vázquez Díaz y Darío de Regoyos, el pintor francés Lucien Simon; el uruguayo Norberto Berdía y entre la larga lista de artistas argentinos, los pintores Fray Guillermo Butler, Pablo Molinari, Francisco Ramoneda, César Pugliese, Roberto Rossi, Marcos Viberti, Adolfo Ollavaca, Camilo Lorenzo, José Arato, Juan Carlos Miraglia, Carlos Heim, Antonio Parodi, Arturo De Luca, Francis de Laperuta, Guillermo Teruelo, Roberto Pallas, Antonio Bermúdez Franco, María Bochatón y los escultores Luis Perlotti, Pablo Tosto, Antonio Gargiulo; exposiciones colectivas de artistas italianos, españoles, brasileños, chilenos y uruguayos; Muestra histórica del Aguafuerte en el país; muestras póstumas: las de Santiago Stagnaro, Santiago Palazzo, Martín Malharro, Walter de Navazio, Gonzalo del Villar y Nicolás Lamanna. Concurrían habitualmente para realizar sus notas críticas de arte José León Pagano, del diario La Nación, y Fernán Félix de Amador del diario La Prensa. Sesiones diarias de dibujo libre con modelo vivo durante los meses de junio a noviembre; audiciones poéticas: como las de Alfonsina Storni con sus “Poemas inéditos de Emilia Bertolé”; Juana de Ibarbourou y Baldomero Fernández Moreno; audiciones musicales: del genial polaco-estadounidense Arthur Rubinstein, el ruso-estadounidense Alexander Borovsky, Ricardo Viñes, Juan de Dios Filiberto, Héctor Panizza, etc., con el auténtico piano de cola Steinway que posee la agrupación (cada tanto había que pagar los servicios al Sr. Richart, el afinador); disertaciones y lecturas: la del controvertido Filippo Marinetti, titulada “El futurismo”, y José León Pagano titulada “Pío Collivadino y Carlos Ripamonte”, entre otras; espectáculos y festivales. Se patrocinan estrenos cuyos autores son de la talla de García Lorca, con sus “Bodas de sangre” por la Compañía de Lola Membrives; y de Miguel de Unamuno con “Todo un hombre”. Tuvieron de huéspedes a celebridades como el italiano Luigi Pirandello, dramaturgo y futuro Premio Nobel de Literatura (de quien el 15 de junio de 1927 el Teatro Intimo, que dirigían Milagros de la Vega y Carlos Perelli, pone en escena en el Teatro Odeón una de sus piezas breves “Diana e la Tuda” ofrecida por la propia Compañía de Pirandello y días más tarde, en la madrugada del 26 de ese mes, recibe el agasajo de La Peña con la presencia de Quinquela Martín, siendo presentado por el escritor Roberto Mariani y, entre otras expresiones artísticas, la actuación como broche final de Carlos Gardel, acompañado de sus guitarristas Guillermo D. Barbieri y José Ricardo, interpretando los tangos “Mi noche triste”, “Rosas de otoño” y “Senda florida”; la bailarina y cantante Josephine Baker y la soprano Lily Pons. Se efectúan homenajes al mencionado Luigi Pirandello, a los pintores, Miguel C. Victorica, Pío Collivadino, Carlos Ripamonte, Tito Cittadini, al ruso Borís Grigóriev, al escultor Agustín Riganelli, a los pianistas Arthur Rubinstein y Héctor Ruiz Díaz, al Dr. Ricardo Rojas, etc. Entre sus más notorios habitués se encuentra el presidente de la Nación, Dr. Marcelo T. de Alvear y su esposa Regina Pacini.
A decir del escritor, poeta y pintor Joaquín Gómez Bas “El ambiente recogía en su atmósfera opaca de humo, alegre de esperanzas, entristecida de sueños irrealizables, la palpitación de la bohemia ciudadana”.
El martes 19 de octubre de 1943 la ya por ese entonces alicaída vida de “La Peña” recibe el golpe final al llegar una intimación, de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, para desalojar su sede en el Tortoni, por ser el sótano un lugar cerrado que no reúne las condiciones necesarias de seguridad.
Enrique Abal recuerda las palabras de Quinquela, quien sostenía que la agrupación ya había cumplido con creces su cometido y dejarla en manos de otros corría el peligro, a corto plazo, de llegar a una disgregación.
Años más tarde rememora Quinquela en la revista Siete Días del día 11 de diciembre de 1972: “Éramos como una treintena de artistas, entre ellos Filiberto, Atilio García y Soiza Reilly. Nos reuníamos semanalmente (…) Era bárbaro…pero como todas las cosas “La Peña” tuvo que morir. Al final, ya se iba por obligación, desapareció la espontaneidad y se fue al carajo”.
En 1944 se liquidan sus bienes, entre los que figura el valioso piano Steinway, la marca más prestigiosa de su época y con lo obtenido de la venta del piano se compra la piedra necesaria para realizar en la ciudad de Mar del Plata el monumento en homenaje a Alfonsina Storni, obra de Luis Perlotti, que será inaugurado en 1948, a diez años de la muerte de la poetisa. También les alcanza el dinero para erigir un monolito donde el escritor Leopoldo Lugones se había suicidado en una habitación de la hostería del recreo El Tropezón, en el Delta de San Fernando, y otro monumento en memoria de Fernando Fader en la entrada de su casa en Loza Corral, provincia de Córdoba que se inaugura en 1944, asistiendo a la inauguración Quinquela y varios de los que fueran miembros de La Peña.